Hace poco escribí sobre lo que pienso que es la libertad. Dije que no me gusta, que no estoy de acuerdo con ella, que no la quiero, y que prefiero la igualdad y la justicia. Un camarada me decía que en la lucha que estamos, cuando la logremos, no necesitaremos nada de eso, porque nosotros mismos crearemos los nuevos preceptos bajo los cuales viviremos. No existirá la libertad, porque no habrá cárceles ni esclavos. No existirá la justicia, porque (me imagino), no existirán los crímenes (esto lo digo yo en mi entendimiento, “autocompletando” lo que él me dijo, o que me pareció que me dijo). No existirá la igualdad porque (de nuevo, “autocompletando” lo que entendí) nadie será diferente. Porque los conceptos que tenemos de estas tres palabras nos fueron dadas por quienes controlan el mundo. Por tanto ellas en sí mismas no existen, sino en el poder que nosotros, controlados, les proveemos.
En eso estoy muy de acuerdo. Como les conté en un escrito anterior, libertad tiene un significado originario, que es “volver a la madre”, y un significado moderno que no es más que la capacidad y derecho de hacer, o no, una cosa, con o sin perjuicio de los otros.
Me imagino que “igualdad”, y “justicia”, son el mismo caso. Y digo me imagino porque a diferencia del escrito anterior, no quiero llevarme por lo que me dice el diccionario, sino por lo que, como le dije a mi camarada, me diga mi corazón.
Creo fielmente que en el fondo de todos y cada uno de nosotros, sabemos lo que está bien y lo que está mal, lo que es justo y lo que no, lo que es igual y lo que es un abuso. El explotador sabe que aprovecharse de la situación económica de una persona para obligarle a hacer cuanto trabajo el patrono requiera, por las horas que sean necesarias, está mal. Lo sabe porque lo vivió o lo vio en algún ser querido o conocido. Lo que pasa es que es indolente, o lo aprendió a ser. No te creas el cuento de que está confundido, y que cree que está haciendo lo correcto. Él sabe que está mal lo que hace, sólo que no le importa. Cuando en nuestras vidas pasamos por situaciones que nos marcan tenemos sólo dos maneras de asumirlas: o volviéndonos indolentes a ellas, o luchando fuertemente por vencerlas. No hay otra. No lo digas. No trates de hacértelo creer. Nunca verás a un rico luchando por los pobres, porque no sabe lo que es eso. No lo vivió. Nunca verás a alguien en una lucha en la que no se siente cercano o cercana. No es cierto. No pasa. Es exacto. Los únicos que están confundidos son los que están en el medio, los que no han vivido ni una cosa ni la otra.
Pero, por qué digo esto? Porque para mi, ahí está la base de la verdadera igualdad y la verdadera justicia, en lo que va más allá de lo que vivimos nosotros y los nuestros. En el sistema actual (babilón, si se quiere), no es posible la justicia, no es posible la igualdad. Fíjate que la palabra es muy exacta, como la libertad. Incluso si no le buscas el peo etimológico y tal, sino el significado más puro y simple, el que sabes tú por cultura general pues. Ellas se definen por si mismas. Lo que es “justo” es aquello que no es más que una reacción directamente proporcional a la acción que la causó. Lo que balancea la vaina. O sea, que si tú eres un explotador, lo “justo” es que alguien te explote a ti, no? Pero no es el caso, porque en el sistema no es así, no existe la justicia, no puede existir. En el sistema alguien tiene que ser injusto y otro pagar esa injusticia, porque no es balanceado, va hacia un lado u otro, pero nunca beneficia a ambas partes. Es unilateral pues, por tanto, por lógica simple, no porque te lo diga yo, no porque lo leas, no porque te lo diga alguien más, sino por lógica pura, exacta y elemental, la justicia dentro del sistema no existe. No puede. No lo logrará. Es contraria a él. No te esfuerces. No la busques. No la vas a encontrar.
Lo que si vas a encontrar es a la injusticia. La injusticia la creó el sistema. En tiempos originarios justicia era sacrificar un solo animal para alimentar a toda la aldea, porque justicia, verdadera justicia, se trata de estar en armonía con el universo que nos dio la vida, que nos proporciona todo y nos permite mantener nuestra existencia, en ese entonces placentera, dentro de él. Justicia era no malgastar ni contaminar el agua. Justicia era utilizar de la madre tierra sólo lo necesario entendiendo que aún faltan muchas más generaciones de seres vivos (no, no sólo nosotros los humanos) que necesitan subsistir junto a ella. En esos tiempos la injusticia no existía. No existía el contaminar porque existiera el no contaminar. No existía el malgastar porque existiera el no malgastar. Esos son males de la globalización, del sistema, que creó todos los antónimos necesarios para asegurarse de poder hacer lo que le viniera en gana (libertad como ellos la definieron) con los sagrados designios ancestrales de nuestros antepasados.
Así, para la justicia existe la injusticia, para la libertad existe la esclavitud (y aunque no existiera la esclavitud no importaría, porque desvirtuaron todo el significado originario de la palabra), para lo bueno existe lo malo, y así, para cualquier característica positiva, esencial, intangible y que nos conecta con la verdadera esencia del universo (palabras todas, que iguales o distintas, puedo asegurarte que las tribus las utilizaban, que existieron entre ellos), hay un contrapeso negativo, fustigante, explotador, asesino…
La igualdad también se define sola. Qué es ser igual? De repente dirás, igualdad de oportunidades, en la educación, en el empleo, en la salud…
Pero antes de decirte qué pienso yo, sin diccionarios ni sistemas, te invito a que reflexiones esto: te consideras igual en valor, esencia, alma, espíritu o (pon aquí la palabra que más se adapte a tus creencias) a un caballo, perro, ave, árbol, flor, nube, río, insecto, etc.? Muchos dicen que sí, pero en el fondo no lo creen. Otros de una dirán que no, que somos seres superiores. Otros dirán que sí, definitivamente, y lo creerán con fervor.
Religioso o no, creo que todos sabemos que muchos (no todos) hechos científicos son irrefutables. Sin importar qué diga cuál religión, es un hecho que hay un universo, una vía láctea (o más), planetas, estrellas, novas y supernovas. Y esta el Big Bang, por lo que comenzó todo este peo.
Y el Big Bang no fue, si me preguntas a mí (que no le llamo un Dios ni una Virgen sino un Universo y una Pachamama a los dadores de toda vida), más que la fecundación del universo y la pacha que nos dio a luz a todos nosotros. A todos nosotros. A todos nosotros. A todos nosotros. No lo puse 3 veces más sin querer. Es para que te lo grabes. A todos nosotros.
Esto significa, por lógica pura y elemental, que TODOS venimos de una misma matriz. Que en no en esencia, si no crees en ella, sino a nivel nuclear, nuestros átomos, nuestro ADN, nuestro genoma, nuestras moléculas, todas y cada una de ellas, sin importar si eres humano, animal o vegetal, vinieron de la misma madre. Por tanto, si sabes que 2+2=4, sabes que tú eres tan hermano mío como yo soy hermana de perros, gatos, pájaros, árboles, tomates, cebollas, grama…
Eso es realmente la igualdad. En tiempos originarios (y aún en las pocas tribus originarias que se mantienen), “igualdad” significa entender que somos uno con la naturaleza. Con el mundo. Con el universo. No tenemos derecho a matar por diversión, a decidir quién o qué es más importante en este mundo ni en ningún otro, ni que especie es superior ni cual es inferior. Igualdad es reconocernos como hijos de una misma madre y un mismo padre, y en ese sentido entender que todos tenemos el mismo valor.
En el sistema la igualdad no es posible. Para que alguien sea rico, otros tienen que ser pobres. Aunque dos personas tengan desde su nacimiento las mismas oportunidades, sus vidas no serán iguales, una será mejor que otra, porque el sistema se inventó para hacerte creer en la competitividad, y en competencia no pueden haber dos ganadores. Uno debe ganar, y uno debe perder. Ves como todos los conceptos que nos enseñan son una estafa? Por todo esto, nuevamente me apego a tu lógica más simple, matemáticas de 1er grado pues. Es imposible la igualdad dentro del sistema; mientras tanto, la desigualdad es el plato del día. Porque sólo con la falsa idea de que lograrás la igualdad algún día, te convencen de seguir tras un sueño, el problema es que nadie sabe quién plantó ese sueño en ti, y en mi, y en tantos otros. Pero la igualdad verdadera, originaria, nos hace a todos hermanos y nos une en amor.
Sé que todo esto se lee muy hippie, y que en tiempos de revolución que se manifiesta como respuesta a un mundo injusto, desigual y egoísta, es normal que me llamen comeflor. Y probablemente te diría que tienes razón, si esto se tratara de decirte que no te rebeles contra tu agresor porque en esencia y a nivel molecular es tu hermano. Pero no te cuento todo lo que tengo en mi cabeza porque la idea sea ser “paz y amor”. Ahí soy una “neohippie” si me quieres etiquetar, porque llevo la flor en el alma pero tengo el puño alzado y soy bien rebotada ante las injusticias. Pero soy de esta manera porque tengo éste concepto de justicia, y éste concepto de igualdad. Porque sé que la justicia y la igualdad que nos enseñó el sistema son falsas e imposibles, porque como te dije más arriba, son contrarias al sistema, por tanto, no pueden ser reales dentro de él. Sólo hay una falsa justicia, basada en juzgados que son fácilmente comprables y en falsos “derechos” que tú nunca pediste. Sólo hay una falsa igualdad basada en oportunidades que ni tú ni yo pedimos nunca, que se nos impusieron desde que nacimos, y a nuestros padres, y a los padres de nuestros padres, hasta llegar en retroceso a tiempos de esclavitud.
En tiempos actuales, para que recobremos los significados esenciales y originarios de palabras tan profundas pero tan sencillas como “justicia”, “igualdad” y “libertad”, tendríamos que volver a nacer todos; pues incluso en los que ya tenemos un poquito más de conciencia y que hemos medio abierto los ojos un pelo (sería un grave error pensar –cualquiera de nosotros- que ya hemos visto toda la verdad y que no tenemos más nada que aprender), aún quedan demasiadas alienaciones y cadenas que nos unen a este sistema manipulador y esclavizante.
Pero como no vamos a morirnos todos de una vez (al menos no aún), hay que pensar qué se puede hacer, para luchar en el sistema existente con la mirada hacia lo que (creo) queremos lograr, que es un mundo donde la injusticia y desigualdad no sea posible porque no habrá un sistema que las promueva. En tiempos modernos la mayor demostración de justicia e igualdad, serían los ciudadanos luchando por la mejora y el balance entre los habitantes del planeta tierra. Y los gobiernos progresistas que tratan de lograr este balance. Pero yo creo que la lucha, más que comunista, socialista o revolucionaria es antisistema y originaria; la lucha debe ser por la vuelta a los valores ancestrales. A lo místico. A lo natural. A lo esencial. Al consumo consiente. Hay que luchar en este plano, porque en él vivimos, y no podemos ignorarlo porque así no contribuiremos a destruirlo, pero siempre con la conciencia de que estamos buscando elevarnos a otro plano, no sólo espiritual, sino físico, donde no haya injusticia ni desigualdad ni esclavitud, porque el concepto verdadero de los antónimos de estas palabras, no tiene realmente nada que ver con ellas en un mundo originario, lo que fue al principio de los tiempos.
Así, nunca olvides que el sistema no creó la “justicia”, creó la “injusticia”. Y no creó la “igualdad”, creo la “desigualdad”. Y además creó un nuevo concepto de libertad, que ya tocamos en otro texto, y que no se relaciona en nada con su significado originado en Mesopotamia. Todas estas palabras (y tantas más que de repente se me vayan ocurriendo para desmontar), existían antes del sistema, quizás no iguales, pero estaban allí, y eran hermosas y perfectas y armoniosas. Y nos unían como hermanos, pero al mismo tiempo sin mezclarnos en el mismo espacio. Y un día llegó el sistema y se regó por el mundo en el nombre de la “globalización”. Y tomó todas estas palabras y las desvirtuó, las enagenó y las alienó. Y las volvió lo que les dio la gana, cambiando totalmente su significado, hasta que fue más visible el antónimo de la palabra que la palabra propia. Y nos hizo competir a los unos contra los otros en el nombre de la igualdad, la libertad y la justicia. Ves la estafa? Sigues pensando que son falsedades?
Pregúntale a un indígena si tienen un concepto de libertad, de igualdad y de justicia. Pregúntale después desde hace cuánto lo tienen. Saca cuentas y dime: quién inventó qué? No dejes que el sistema te siga engañando, y se apodere de lo que por derecho originario es tuyo, es mío, es todas las personas y de todas las razas y de todos los seres y todas las especies: este mundo y este universo que habitamos.
Y después no olvides nunca que la Revolución es, ante todo, un acto de amor.
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